" El romance del
Duero "
De Gerardo Diego
Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.
Como ya había comentado en
la entrada anterior de este blog, el río Duero tiene una larga historia de
poesía dedicada a él, como este poema en concreto, “El romance del Duero”, de
Gerardo Diego, que, como su propio título indica, es un romance, es decir, una
estrofa con tantos versos como el poeta quiera, todos ellos octosílabos con rima asonante en los versos pares.
En este poema el autor le
habla al río, de forma que personifica al Duero, como cuando dice: “tú, viejo
Duero, sonríes”, en este verso, además le da una cualidad humana, la de
sonreír; también personifica a la ciudad al decir: “la ciudad vuelve la
espalda”. Utiliza otros recursos literarios, como la metapoesía, ya que, por
ejemplo, se compara al Duero con una
estrofa, o la ruptura del sistema, al relacionar los “santos de piedra (los
santos de las ermitas cercanas al río) y los “álamos de magia”.