viernes, 22 de noviembre de 2013

Comentario de “España en marcha”, Gabriel Celaya

“España en marcha”, Gabriel Celaya
Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.
           
             Aunque no lo parece, este poema de Gabriel Celaya es en realidad un romance, ya que sus versos son octosílabos y riman los pares en asonante é-o.
            Este romance está escrito en primera persona del plural, algo típico de la poesía social, que pasa de lo individual al “nosotros”. Aunque, en momentos concretos del poema cambia de número y habla un “yo”.
            Se trata de un poema revolucionario, por lo tanto, es en cierto modo ambiguo, ya que la poesía social actúa de la misma manera que la publicidad subliminal, que quiere transmitir una idea, pero al no poder, solo la sugiere.
           Llama la atención el lenguaje utilizado por Celaya, coloquial e, incluso, vulgar.

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